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PERDER LA CABEZA

Procesos artísticos contemporáneos inspirados en la leyenda cuencana “El Cura Sin Cabeza”

 

Esta curaduría ensaya un acercamiento a la contemporaneidad filtrada por el ojo del artista emergente;  a través  de procesos de investigación plástica, cada invitado desarrolla un proceso estético, inspirado en la leyenda, cargado de narraciones, pensamientos, preguntas. Siguiendo el formato de laboratorio, los artistas trabajan conjuntamente para deconstruir la historia mediante sus obras; el resultado deviene en una composición secuencial, sostenida con el trabajo grupal al tiempo que  mantiene la signatura característica de cada artista, con bases intuitivas, espontáneas, lúdicas y en lo posible automáticas.

 

Nicolas Calas, sostenía que este tipo de actividades tienen la facultad de revelar la realidad inconsciente del grupo que las ha creado, en concreto los aspectos no verbalizados de la angustia y el deseo de sus miembros, en relación con las dinámicas de posicionamiento afectivo dentro del mismo.

Asistimos a un imaginario colectivo joven-urbano centrado en las aristas sociales, con fuertes signos de denuncia y extra polarización de deberes y normas morales; surge la intención de reconstruir lo aniquilado, en este caso sería el olvido lógico de los jóvenes ante las historias, mitos y leyendas tradicionales de Cuenca, a través la acumulación de ideas y técnicas,  en lo que Echeverría apunta como un Ethos Moderno (político, desenfrenado, denunciante e institucional).

 

A propósito de Echeverría, se ha buscado un discurso que abra la posibilidad, así sea por un instante, de pensar en una realidad post melancólica  y quizá post barroca, abiertamente crítica de la modernidad capitalista y sus transformaciones sociales. La leyenda en su parte historiográfica tendrá que ver con el sentimiento hacia la ciudad, la tradición y la comunicación oral de nuestros padres; la idea del miedo  al qué dirán, del ostracismo cultural y del poderío de la religión, hacia un avistamiento libertario del ahora; historias de denuncia, de pedofilia, de pecados y de corrupción, que se revelarán como una exposición equivalente a una noche oscura, sentados en grupo para escuchar “El cura sin cabeza” de la contemporaneidad.

 

LO SINIESTRO DE PERDER LA CABEZA, RUTAS A LO EXTREMO

¿ Por qué “lo extremo” figura hoy en día en la primera plana no sólo del arte sino también del pensamiento en general? Si nuestra época es definida por el teórico francés Paul Ardenne como “emocional”, es precisamente porque ama los excesos de todo tipo, las sensaciones fuertes, lo moralmente inadmisible; el goce es traumático y el placer brutal. De esta manera Perder la Cabeza implica la desterritorialización, el desmarque, superación de lo prohibido, el estar fuera de la norma, precipitarse al otro lado, perforar el límite de lo considerado “normal”. Las manifestaciones artísticas de esta exposición, servirán para “hacer otros mundos” en el sentido de hacer visible lo que no queremos ver, incentivar al espectador a vivir una experiencia que transgrede lo conocido o  aceptable. El objetivo de entender que la obra de arte sirve indispensablemente para el pensamiento. Y hoy más que nunca es preciso trabajar en la lectura, para  que la obra devele sus significados, para que vayan apareciendo respuestas a los enigmas que se plantean, enigmas conectados al hecho de ser siempre síntoma y manifestación del espíritu del tiempo, y el nuestro parece definirse en el plano de la ambigüedad y de la desmesura extrema.

“La experiencia de lo sublime-siniestro enhebra en el ser humano otra experiencia del ser, una experiencia de la razón sin logos, sin palabras. Es otra forma, siempre provisoria, de comprensión de lo extremo de lo real. Allí se ubica. O, mejor dicho, otra como lo extremo-siniestro, otra como la belleza extrema, como lo grandioso. Lo sublime es tanto contacto con nuestros límites como un contacto con lo suprasensible que nos arroja a la experiencia religiosa.” ( OLIVERAS, ELENA  2013).

 

 

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

La experiencia de lo siniestro se define por su manifestación como temor, horror y angustia en un primer momento. Es la precaria postura ante el estar ahí de la cosa siniestra; es ésta la cosa real que desborda los límites del concepto. La peculiaridad de lo siniestro en estas obras se manifiesta en su resistencia y reclamo a ingresar en el dominio del discurso, del lenguaje plástico. Es sólo experiencia psíquica, que encuentra en el arte un espacio donde poder rendir cuenta de esa particularidad. La experiencia pathos de lo siniestro se pondrá de manifiesto en todo arte que asuma el desafío de traer al campo de  la representación lo que pareciera estar vedado a toda posibilidad aprehensiva. En “Perder la cabeza” concluimos que lo siniestro, en relación con el concepto de desmesura, es una forma de expresión de lo extremo. En otras palabras, lo extremo tiene implicaciones siniestras. Atraviesa lo humano desde los albores de su desenvolvimiento sociocultural y adquiere en el mundo contemporáneo matices muy particulares al entrelazar dimensiones ontológicas, éticas y cognitivas, acarreando consecuencias impensadas.

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