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Carolina Palacios

Ego Capita Decideris (¡He de cortar sus cabezas!)

Cómo los dichos padres y curas de las dotri[na]s tienen en su conpañía a los dichos sus ermanos y a sus hijos o parientes o algún español o mestizo o mulato o tiene esclabos o esclabas o muchos yndios yanaconas [criados] o chinaconas, cozeneras, de que hazen daño. Y con todo este dicho rrecresen muchos daños y rrobamientos de los pobres yndios destos rreynos. (Guamán Poma, 562 [576]).

Citando al amerindio llamado a sí mismo indio ladino, Felipe Guamán Poma de Ayala,  en su obra documental y gráfica Nueva Crónica y Buen Gobierno, concluida en el año 1615, pero descubierta tardíamente hacia el año 1908; podemos sentir en cada una de sus líneas esa gran sensibilidad con la cual escribía e ilustraba sus observaciones y denuncias sobre el trato a los indios, el abuso de la autoridad, las problemáticas sociales y culturales y, sobre todo, los actos desleales de los religiosos con respecto a sus votos y a su falta de cumplimiento de las normativas de su dogma, durante la época de la Conquista. Guamán Poma en su afán por ser el vocero de los indios ante el Rey Felipe III de España, nos presenta un mundo lleno de injusticias y actos que atentan a la vida y a la moral de los habitantes de América; además nos brinda un acercamiento a lo que fue el proceso de evangelización en el continente.

Inicialmente la imposición de la religión católica se llevó a cabo al interior de las Encomiendas, es decir territorios con población india incluida donados a los españoles como recompensa a su esfuerzo conquistador. Esta política servía para que el encomendero se beneficiara con los tributos que los indios estaban obligados a darle. Por su parte el encomendero estaba obligado a evangelizar a “sus indios” y para cumplir esto pagaba a un sacerdote que se encargaba de adoctrinarlos. (GUTIÉRREZ GALINDO   2013).

Tomando en cuenta la temática de la muestra Perder la Cabeza y el contexto de la leyenda del Cura sin Cabeza, se ha decidido abordar el asunto de la evangelización en Iberoamérica y cómo éste fue, en muchas instancias, un hecho atroz, cruel y despiadado hacia los indios y sus creencias autóctonas, justificado como un acto de lealtad y fidelidad a los Reyes Católicos, siendo el Monarca la máxima figura de autoridad dada por Dios a los hombres. De esta manera, se ha representado por medio de una escultura, la posición de la religión católica y la monarquía española frente a los habitantes de Iberoamérica, a quienes les despojaron de sus convicciones y rituales para imponerles una religión totalmente desconocida e incoherente para ellos, la cual, en cierto modo, terminó cortando cabezas a lo largo del territorio. Las cabezas reproducidas en la presente escultura, están confeccionadas a manera de tsantsas, como símbolos de trofeos de guerra que utilizaba el pueblo Shuar cuando derrotaba a sus enemigos; por ello, irónicamente se han incluido en la obra como una alegoría de las recompensas que se ha llevado la fe católica a costa de los indios de América. Estas tsantsas son la imagen de los indígenas, del dios Viracocha (el dios creador Inca), y de la guacamaya y la serpiente como figuras mitológicas que constituyen parte del origen del pueblo Cañari, dado el contexto en el que nos encontramos. Ego Capita Decideris corresponde a la frase en latín de la expresión ¡he de cortar sus cabezas!, la cual fue sustituida por la inscripción INRI de la cruz, como principal exclamación de lo que fue la acción evangelizadora en Iberoamérica.

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